Lunes, 04 Septiembre 2017 19:35

Un largo viaje para poder estudiar

El jardín de niños del ejido Santa Rosa fue cerrado ‘por falta de estudiantes’.

Saltillo, Coahuila.- Hace dos semanas los niños de preescolar del ejido Santa Rosa debieron iniciar sus clases en el pequeño kínder de su comunidad, sin embargo, este quedó clausurado porque las autoridades de la Comisión Nacional de Fomento Educativo (Conafe) les informaron que “no son suficientes alumnos” como para mantener la escuela abierta.

 

Esta es la tercera semana perdida de conocimiento y desarrollo para estos menores castigados por la injusticia. La única opción que tienen ahora, es que sus padres los envían hasta el ejido Presa de San Pedro, a 12 kilómetros de distancia.

Mandarlos a la escuela significará un gasto de 200 pesos semanales, que es lo que les cobra por persona el “voluntario” que presta su automóvil para llevarlos al aula. El monto es inaccesible para la mayoría de las familias en el ejido.

VIVIENDO EN EL REZAGO

Santa Rosa está ubicado sobre la sierra fronteriza con Concepción del Oro y las vistas hacia el bosque y las cañadas son mágicas, el agua dulce abunda y su clima es principalmente frío.

Pero a pesar de todas las bondades naturales, el ejido está rezagado: no tiene una vía pavimentada que lo comunique con el resto de la región y sólo cuenta con una tienda de apoyo rural, no hay sistema de salud y ahora tampoco habrá preescolar.

La mayoría de los habitantes trabaja en los bosques. Actualmente los hombres tienen un proyecto de reforestación para el que fueron contratados por las autoridades medioambientales. En estos primeros 15 días de trabajo todavía no reciben pago alguno.

Las esperanzas de la mayoría de las familias en Santa Rosa están puestas en esos pinos sembrados al interior del bosque húmedo, “creemos que al final del proyecto –que puede ser de hasta un mes– les paguen a los trabajadores unos 2 mil pesos, pero eso creemos, no sabemos en realidad cuánto les darán”, comentó Paulina Mata Urbano, habitante del ejido.

Mientras tanto, las familias están agotando sus créditos en la tienda Diconsa, los cuales tendrán que saldar en cuanto les paguen por el trabajo que realizan desde temprana hora y hasta el atardecer.

Además de la reforestación, en Santa Rosa hay siembra de frijol, calabacitas y nopales, que son consumidos por las mismas familias. De su producción no logran vender nada porque se encuentran en total desventaja geográfica de otros ejidos ubicados más cerca de los centros de venta.

Las mesas en la comunidad siempre están servidas con los mismos productos: nopalitos cocidos, empanadas de flor de calabaza, calabacitas –en ocasiones con queso-, frijoles y, a veces solamente, tortillas de maíz con frijoles.

“En nuestro ejido hay mucha agua pero no podemos comer todos los días agua –dice Paulina Mata–. No hay dinero para invertir en animales, solamente en la siembra –que se da cada seis meses y– que nos comemos en poco tiempo“

Por su belleza natural, el ejido atrae a turistas temporales que han comprado terrenos para construir chalets, cabañas y casas de campo para visitarlas durante el invierno, los fines de semana o días feriados.

Sin querer, esas construcciones han dañado a quienes tienen en Santa Rosa un hogar y no un lugar para vacacionar.

“Las autoridades nos quitaron los beneficios porque vieron que hay casas grandes y creen que somos gente con dinero –cuenta Rocío Selene Juárez, otra habitante de la comunidad–. Pero esas casas no son nuestras, son de gente que ni conocemos”.

Quienes vacacionan en esa zona de la sierra nunca consumen los productos locales, siempre asisten con las reservas de alimentos y bebidas que consumen durante sus estancia e ignoran los alrededores de sus casas de descanso.

 

La brecha de terracería que conduce al ejido de Santa Rosa (6 kilómetros) solamente tiene actividad de automóviles cuando son las vacaciones porque los visitantes suben en sus vehículos 4x4.

En un día común pasan pocos carros, uno de ellos es la camioneta que lleva a todos los adolescentes del ejido hacia Presa de San Pedro para recibir educación secundaria.

SIGUEN SUS ESTUDIOS COMO PUEDEN

“Nuestros hijos se van todos en una camioneta, unos arriba de los otros y cuando llegan tarde al transporte se tienen que ir en la cajuela o arriba de una o dos personas –y por ese servicio les cobran 200 pesos a la semana por persona–”, narra Paulina, que tiene dos hijos adolescentes.

Cuando no hay dinero para pagar el transporte los jóvenes se van a pie, 12 kilómetros de ida y vuelta, todo por falta de secundaria en el ejido.

En este curso escolar no solamente van a padecer la falta de secundaria, sino también de preescolar, que un día llegaron las autoridades a clausurar por “falta de estudiantes”.

En Santa Rosa hay ocho niños en edad de asistir al preescolar y todos llegaron hace un par de semanas a su jardín de niños para tomar las clases, y fueron recibiendo uno por uno con la mala noticia.

Llorando las dos madres de familia entrevistadas se preguntan ¿qué harán ahora sin kínder?, “no hay dinero para mandar a los niños a otro ejido, porque ya estamos gastando en sus hermanos de secundaria”, dice Rocío Selene, que tiene que retirarse los anteojos del rostro para enjugarse las lágrimas.

Santa Rosa se prepara para una generación perdida por uno, dos, tres años o hasta cuando la fortuna les sonría y tengan lo suficiente para moverse a otro ejido o invertir para mejorar sus cultivos.

¡MUCHAS GRACIAS!

Esos niños son uno de los grupos más necesitados de la región, por eso llegó hasta ahí –a dos horas de esta capital– el equipo de Zócalo Saltillo con el proyecto de los 42K con Causa, convocado por el periodista Sergio Cisneros Vázquez, en el que se recibieron mochilas nuevas y útiles escolares donados por nuestros lectores.

Los propios niños de primaria y preescolar manifestaron que nunca, ninguno, había estrenado una mochila, que las que siempre han usado son antiguas y deterioradas, casi siempre regaladas por gente de otros ejidos o amigos de sus padres.

Gracias a nuestros donadores, todos los niños de Santa Rosa pudieron estrenar una mochila y útiles para este ciclo escolar que recién comienza y conmovidos por el acto enviaron su agradecimiento a todos los que aportaron útiles o mochilas de corazón a la causa.